LA CORRALA
Publié le 16/05/2020
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LA CORRALA
Era la Corrala un mundo en pequefio, agitado y febril, que bullia como una gusanera.
Allî se trabajaba, se holgaba, se bebia, se ayunaba, se moria de hambre ; alli se construian muebles, se falsificaban antigüedades, se zurcian bordados antiguos, se fabricaban bufiuelos, se componian porcelanas rotas, se concertaban robos, se prostituian mujeres.
Era la Corrala un microcosmo ; se decia que, puestos en bilera los vecinos, llegarian desde el arroyo de Embajadores a la plaza del Progreso ; alli habia hombres que Io eran todo, y no eran nada : media sabios, media herreros, media carpinteros, media albafiiles, media comerciantes, media ladrones.
Era, en general, toda la gente que alli habitaba gente descen trada, que vivîa en el continuo aplatanamiento producido por la etema e irremediable miseria ; muchas cambiaban de oficio como un reptil de piel ; otros no lo tenîan ; algunos peones de carpintero, de albafiil, a consecuencia de su falta de iniciativa, de comprensiôn y de habilidad, no podian pasar de peones.
Habia también gitanos, esquiladores de mulas y de perros, y no faltaban cargadores, barberas ambulantes y saltimbanquis.
Casi todos ellos, si se terciaba, robaban lo que podian ; todos rcpresentaban el mismo aspecta de miseria y de consunci6n.
Todos sentian una rabia constante, que se manifestaba en imprecaciones furiosas y en blasfemias.
Vivian coma hundidos en las sombra.;; de un suefio profundo, sin formarse idea clara de su vida, sin aspiraciones, ni planes, ni proyectos, ni nada.
Habla algunos a los cuales un par de vasos de vino les dejaba borrachos media semana ; otros parecian estarlo sin beber, y reflejaban constantemente en su rostro el abatimiento mas absoluto, del cual no salian mas que en un momento de ira ode indignaci6n.
El dinero era para ellos la mayoria de las veces una desgracia.
Comprendiendo instintivamentc la debilidad de sus fuerzas y de sus inclinaciones, se preparaban a hacer animos yendo a la tabema ; alli se exaltaban, gritaban, discutian, olvidaban las penas del n1omento, se scntian generosos, y cuando, después de soltar baladronadas, se creian dispuestos para algo, se encontraban sin un céntin10 y con las energias ficticias del alcohol que se iba disipando.
Las mujeres de la casa, por lo general, trabajaban màs que los hombres, y reîiian casi constantemente.
De treinta aîios para arriba tenian todas el mismo carâcter y casi el mismo tipo : negras, desmelenadas, iracundas ; gritaban y se deses peraban por cualquier cosa.
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