La Belleza en el arte contemporaneo

« LA BELLEZA EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO Rafaela Freire Yovane Universidad Finis Terrae, Santiago de Chile 2021 El arte contemporáneo constantemente recibe críticas negativas tanto de personas ligadas al arte, como de las que no; Éste ha sido calificado como irracional, inválido y falto de valor estético y esa forma de entenderlo ha generado muchos debates respecto a si es posible considerarlo arte realmente. Este ensayo pretende dar cuenta que el arte contemporáneo efectivamente es arte, que posee belleza y que la intención detrás de una obra contemporánea es lo que le otorga un carácter racional y bello. Entre los siglos V y IV a.c., Platón postula la idea de que existe una diferencia entre lo que percibimos a través de los sentidos y lo que podemos llegar a conocer por medio del razonamiento.

A partir de esto, propone una división entre el Mundo de las Ideas donde existe una suerte de esencia del mundo y donde se encuentra la version pura y original de los objetos y el Mundo Sensible, el medio por el cual percibimos los objetos considerados copias del mundo de las ideas, del original.

Entonces, usamos a Platón para dividir el mundo sensorial y lo ideal. Platón sitúa el arte en el orden de lo sensible, idea antigua del arte como ‘mímesis’, copia de lo que captamos con los sentidos, entiende el mundo de lo sensible como copia, entonces el arte sería la copia de la copia. Han pasado mas de dos mil años, el arte ya no puede ser solo eso. Como dije inicialmente, este ensayo propone situar el arte en el mundo de las ideas, no desde la forma en que lo plantea Platón, del mundo de lo inmutable y esencial, desde el cual lo sensible ‘copia’ lo realmente verdadero y universal sino por el contrario, como el entendimiento o capacidad de pensar y razonar de los humanos. La versión de Platón está impregnada de religiosidad propia del mundo antiguo, aquí yo propongo una mirada actual de “idea”, es la idea misma la que quiero rescatar, como pilar fundamental de arte contemporáneo, en el que un artista, desde su entendimiento y razonamiento plasmado en la obra pueda conectar con el del espectador produciendo así, un placer intelectual.

Ya no es que el artista, desde su sensibilidad conecte con la sensibilidad del espectador. Es en las primeras décadas del siglo XX que se genera una ruptura en la concepeción del arte, donde empieza a ser mas importante el placer intelectual, en desmedro del sensorial.

Una obra fundamental que da cuenta del inicio de proceso rupturista es “La fuente” de Duchamp, (1917). Para apreciar el arte contemporáneo el espectador debe tener una disposición y ser capaz de conceptualizar el objeto haciendo que la forma y la idea se reconozcan, siendo la idea la esencia de esto.

El énfasis no esta en la forma, sino en el contenido y de esta manera entender el objeto, e incluso falta de este, como el medio para comprender la obra. Debe generarse un diálogo receptivo para absorber el contenido entregado en la obra, es simportante que el espectador tenga un conocimiento previo, es decir, que conozca los códigos y antecedentes de la historia del arte.

En la obra no existen formas que entren en el mundo sensorial, sino que se sitúa en el orden de lo metafísico, el mundo de las ideas. Supongamos que dos personas asisten a un museo a ver “Concetto spaziale.

Attese” de Lucio Fontana.

Una de ellas no tiene ningún conocimiento respecto a las artes visuales, mientras que la otra tiene formación artística.

Al contemplar la obra ven lo mismo, un lienzo con un corte.

La primera persona podrá pensar que es una obra que no tiene sentido, no reconoce ninguna técnica artística que evoque belleza, mientras que la segunda persona, gracias a su conocimiento del arte previo a esta ruptura pictorica propuesta por el autor mediante esta obra, es capaz de realizar un análisis y un razonamiento que plantea una nueva dimensión pictórica por parte de Lucio Fontana, lo que le otorga a su percepción de la obra un nuevo sentido de belleza a través de la idea. Pongamos un ejemplo mas extremo, donde para el lego, la obra ni siquiera existe.

En 1952, en Nueva York ocurre la presentación de los tres movimientos de 4’33, de John Cage e interpretada por David Tudor.

Tudor, para anunciar el comienzo de la pieza, cierra la tapa del piano y sigue una partitura compuesta únicamente por silencios.

Para señalar el fin del primer movimiento, abre el piano.

Hace lo mismo en los dos movimientos restantes. La obra no tuvo un buen recibimiento de parte de los espectadores, quienes se fueron retirando y calificaron la obra como absolutamente ridícula o como una prueba para ver quien era lo suficientemente estúpido para caer en la broma.

El autor David Tame la define como una obra que debía ser considerada tan solo como una broma fácil, innecesaria y, quizá también, egocéntrica. No es que la gente no captara lo bello en los sonidos accidentales, como lo proponía la obra, sino que no captaron la idea, fueron por una experiencia sensorial y Cage les ofreció una que dependía fundamentalmente de una comprensión intelectual. Este debate sobre la dependencia de las ideas en lo bello parece ser una discusión que no solamente surge en el siglo XX sino que ya se venia fraguando desde, por lo menos, el siglo XIX, ya que Oscar Wilde ya defendía una belleza que no depende del intelecto, la belleza que no tiene que ser explicada.

Esto se puede ver en varios fragmentos y citas del “Retrato de Dorian Gray”.

Al inicio de la novela Lord Henry le explica a Basil que a pesar de tener un aire intelenctual no es realmente bello porque el intelecto no es un factor en la belleza verdadera y que no puede compararse con gente que si la posee.

“Pero la belleza, la belleza auténtica, termina donde empieza la expresión intelectual” (Wilde, O.

1890, p.23). En el libro “Crítica del Juicio” Kant dice afirma que que lo bello se encuentra en el objeto y que la contemplación corresponde a lo bello “Para decidir si una cosa es bella o no lo es, no referimos la representación a un objeto por medio del entendimiento, sino al sujeto y al sentimiento de placer o de pena por medio de la imaginación” (Kant, I.

1790, p.39) pero la.... »